Sobre la libertad – John Stuart Mill

Autor: John Stuart Mill
Traductor: Roberto Ramos Fontecoba
ISBN: 978-84-122404-0-5
PVP: 17,90 €
Edición: 1ª
Fecha de publicación: octubre 2020
Encuadernación: rústica con solapas
Páginas: 192
Dimensiones: 13 x 21 cm


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Este clásico del pensamiento político, publicado originalmente en 1859, sigue representando hoy una de las más sólidas defensas de la libertad del individuo frente a la ilegítima interferencia del Estado o la sociedad, frente a la opresión ejercida por las autoridades o las mayorías, frente a la tiranía de las costumbres o las opiniones predominantes. Mill lleva aquí a su apogeo la clásica reivindicación de la libertad de pensamiento, expresión y asociación, así como de la tolerancia y el respeto a las minorías y los disidentes. Y es que, para el autor, el libre desarrollo de la individualidad es uno de los elementos esenciales del bienestar no solo del individuo sino también de la sociedad.

«El objeto de este ensayo es reivindicar un principio muy sencillo, destinado a regir por completo las relaciones de la sociedad con el individuo en lo que tengan de compulsión o de control, ya sean los medios empleados la fuerza física en forma de sanciones legales o bien la coerción moral ejercida por la opinión pública. Según este principio, el único fin que justifica que la humanidad, individual o colectivamente, interfiera en la libertad de acción de cualquiera de sus miembros es la propia protección. El único propósito con el que el poder puede ejercerse legítimamente sobre cualquier miembro de una comunidad civilizada, contra la voluntad de esa persona, es el de evitar el daño a los demás. El propio bien, físico o moral, de ese individuo no es argumento suficiente. Es ilegítimo obligar a alguien a hacer algo, o a abstenerse de hacerlo, con el pretexto de que eso es lo mejor para él, o de que le hará más feliz, o porque, en opinión de los demás, eso es lo sabio, o incluso lo justo. Estas son buenas razones para no aprobar lo que hace, o para razonar con él, o para convencerlo, o para rogarle, pero no para obligarlo o amenazarlo […]. La única parte de la conducta de un individuo por la que este es responsable ante la sociedad es la que afecta a los demás. Con respecto a la parte que únicamente le concierne a él, su independencia es, de derecho, absoluta. Sobre sí mismo, sobre su cuerpo y su mente, el individuo es soberano.»


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